viernes, 16 de diciembre de 2011

In the mood for...2046




Quedan pocos poetas que utilicen los silencios, las miradas, el casi tocarse, la música siempre a tiempo en esos largos planos. Y no sólo porque ver una película de Wong Kar-Wai sea contemplar una obra de arte o leer una poesía de la mayor delicadeza, sino que como ésta, tiene una interpretación según quién la lea, según quién la vea. Una poesía en dos partes: un adagio, como In the Mood for Love; un allegro ma no tanto, como 2046. Cada plano del adagio, consigue lo que busca, porque cada uno, busca algo. La cámara puede estar escondida en un armario para mostrar un encuentro furtivo , o enfocar el anillo en la mano de él cuando roza la de ella. Puede desenfocar a uno primero y a otra después para dar la palabra, o filmar los pies en movimiento. Cada plano del allegro es crudo, brutal, y delicado. Un reflejo de un pasado mejor, en el que él era capaz de sentir, y ya no. Un tipo profundo, caballeroso, enamorado de uno de los imposibles (la mujer de otro), y con el tiempo, frío y duro como una roca glacial, cansado de sufrir. Por su vida, la ternura de Maggie Cheung primero, que le rompe haciendo polvo de su corazón. La tristísima sonrisa de Zhang Ziyi después, siendo ella la que se rompe. Entre medias, una frase: “vente conmigo”, dicha tantas veces, que sabes que no funcionará. Es una oda a la delicadeza, al amor y, sobre todo, al desamor. Porque vive en un recuerdo de algo que no pudo tener, y desprecia lo que tiene ahora. Porque Wong Kar-Wai es un genio que me entiende como nadie. Porque soy un Sr. Chow, que sigue buscando su Su Lizhen por las calles y los bares de un mundo que no quiere contenerle.

viernes, 9 de diciembre de 2011

Preguntas y pocas respuestas



El bosón de Higgs parece cercado. Por fin puede que uno de los enigmas de la Física quede resuelto. Hoy día, parece que es más sencillo saber por qué las partículas interaccionan entre sí que por qué los humanos interaccionamos tan mal. Se explicaría el origen de la masa de las partículas q tienen masa pero en nada nos ayudará a saber qué hemos de hacer con eso. Por qué uno es como es, o hace lo que hace.Y, sobre todo, por qué no hace lo que tiene que hacer. Eso, no hay Higgs, gravitón o teoría M que lo descubra. Menudo cristo entre los aceleradores de partículas, y las aceleraciones cardiacas y el freno cerebral!! Y a todo esto, yo quiero escribir un libro. Y otra pregunta: ¿de qué? Me cago en Heisemberg y su incertidumbre.

miércoles, 7 de diciembre de 2011

Lenguas y lenguajes eslavos


Un eslovaco es, en esencia una persona fría, sin expresión, sin altibajos. Es un tipo serio, rudo y muchas veces maleducado. Una eslovaca es eso, y además preciosa. Ambos comportamientos tienen un mismo origen, al parecer: han pasado tantos pueblos por encima literalemente de ellos, yugo tras yugo, que es normal que tengan genéticamente impresa la desconfianza hacia el de fuera, y que, por la mezcla racial, las facciones sean mejores con el tiempo. Es decir, parece que la pureza eslava está causada por la mezcla sin fin. Más de un imbécil austríaco se removería en su mierda de tumba si leyera esto. Qué agradable sensación. Rubias, ojos azules, piernas largas...y eso por ser un batiburrillo de gente que les pisoteó, pero tuvo a bien dejar una parte de sí mismos. El tiempo depura la raza. Otro tema es el idioma, no hay cristo que se entieda allí, pues sólo hablan el suyo y, en institutos determinados, español. Por la calle, nadie habla inglés, no sé si como rebelión contra los imperios o por el escaso valor que pueden dar a un idioma tan zafio en comparación con el suyo. He llegado a ver una frase de 4 palabras sin una sóla vocal!! Ver un folleto, anuncio o cualquier texto largo parece un pasatiempo de fin de semana: juguemos a completar el texto con las vocales que faltan...pero, para ellos no falta ninguna. Parecen onomatopeyas. En un sitio en que la antigua nobleza estaba emparentada con Vlad el Empalador (sí, Drácula), y cuya representante local se dedicaba a rejuvenecer a costade la sangre de muchachas vírgenes, es comprensible que se desconfíe de la gente. Las chicas parecen creer que es una leyenda de viejos y, afortunadamente, bajan la guardia. Alzbeta Batoriova les contempla de cerca, y quizá es el motivo de sus largas y grises caras, de su mutismo, de su frialdad, como si les recorriese un escalofrío por la espalda al ver el cartel que lleva a su castillo. Dejas atrás esas tierras cubiertas por la niebla, y ves el rostro de Elisabeth Bathory, y los ojos grandes, como de anime, de las estudiantes del instituto se quedan sin amparo. Habrá que volver a protegerlas.

lunes, 5 de diciembre de 2011

De ida y vuelta

Se pasea uno por el mundo como un espectador de las vidas que quizá querría para sí. Con pesadumbre vuelve a casa para ser protagonista de algo sin emoción, sin color. Sin holandesas maravillosas ni eslovacas adolescentes. En el camino, abre su cuaderno de notas y ve una inscripción:
"Un beso muy grande para ti, guapo. Kusje, R. (27.11.2011)"
...y con esto, el cielo abre, y muestra sus estrellas de nuevo

jueves, 1 de diciembre de 2011

Long walk home



Siempre hay un camino, aunque no parezca evidente, ni sencillo, ni amable. Un camino entre el mar, la tierra y tú. El camino a casa que, entre tus brazos, no importa cuan largo sea.

jueves, 17 de noviembre de 2011

Una forma, sin nada dentro




Era un hombre de campo que resistía el frío y ahora,
Una caja de cartón, incapaz de proteger las copas de cristal de bohemia.
Y Ya no queda un solo trozo reconocible.
Soy un hombre de aire y de escombros.
Soy, más que nunca, de polvo, como las estrellas.
De nada. Resto de una supernova.
De cuerpo presente, que sólo es continente,
Vago por el cosmos, que me ve como un extraño.
Era un hombre de campo por fuera, con un corazón marchito
Al que en este otoño, se le caen las hojas una a una,
a tus pies, y nadie las aparta para no romperlas.

miércoles, 16 de noviembre de 2011

Un hombre rudo


Un hombre de montaña, de aire limpio
Y crestas afiladas. De silencio.
Un hombre que saca la fuerza de los ríos
Que se rompen contra piedras ya redondeadas.
De gritos en mitad de la nada.
Un hombre que toca la hierba y siente las pisadas,
Que siente lo que no se siente, lo que no se huele.
Un hombre dosificado, con remordimientos,
Que mira el horizonte y se oscurece,
Que mira hacia atrás y tampoco encuentra su cabaña.
Un hombre en la cima de una montaña
Que llora como un niño mientras desciende.
Que resiste los vientos y tormentas
Y cruza aguas gélidas con los pies desnudos.
Un hombre que frente a ti, se rompe en tantos pedazos
Que no puede recomponerse. Ni marcharse.

lunes, 14 de noviembre de 2011

Todos chinos



Parece extendida la opinión de que en unos cuantos años, todos seremos chinos. A mí me sorprende más la sorpresa de muchos antes esta cuestión, pero es algo que cabe esperar en un país como el nuestro. "De camarero no quiero trabajar porque es poco para mí, que lo haga un panchito" es una frase extendida, pero a pesar de haber 5 millones de parados (o los que haya, que no los he contado), el deporte nacional es mirar cómo avanzan las obras y, sobre todo, quejarse sin mover un dedo. Yo el primero. Sin embargo, los chinos han entendido el funcionamiento del mundo: si trabajo, tengo dinero; si tengo dinero, puedo hacer lo que me dé la gana. Ellos deambulan por nuestras calles, porque ya, son sus calles. Trabajan, no se quejan y guardan sin invertir en ladrillos, acciones o estupideces varias. Tienen las tiendas de ropa, antes al por mayor, repartidas por toda la calle Fuencarral, ni que decir tienen los todo a 100 (o a 0,6€) o la comida a domicilio. También las tiendas de ultramarinos que había en los barrios. Todos son chinos. Y a este ritmo, si no aprendemos algo de ellos...seremos chinos todos. Pero los chinos tontos, que ellos ya son los listos.

Nuestro Monstrue interior



Todos tenemos un "monstrue" interior. Unos, hacen del terror, humor, aunque eso no sea muy sencillo salvo para el humor negro español. Otros, se pasean impunes por el congreso ocultando su lado bueno, siendo, directamente el monstrue que llevan dentro, y fuera. Otros, tienen un monstrue personal que se come su alma como si fueran galletas ligeras. Yo no he encontrado el mío, porque me huye, pero sí el de mi lavadora: se come los calcetines ejecutivos. Y sólo esos. Será que es de pies finos. Mientras busco y encuentro el mío, me leo el de los demás:

Monstrue 11/11

viernes, 11 de noviembre de 2011

Cartas que no se envían



Una carta, es un recipiente, pero es una declaración de intenciones. Contiene palabras, como recipiente, y sólo las que no te atreves a decir de otra manera, como declaración. En un mundo tecnológico, la carta, aún en otros formatos menos clásicos, está desapareciendo. Es algo del pasado. Quizá por eso sirva como último recurso para hablar de lo que tuviste, de lo que añoras. Quizá por eso no deban enviarse, pues no sería más que esperar algo del futuro...y eso, amigo, no es para una carta. Mejor se guarda en el fondo de un cajón con muchos cachivaches, para ser abierta por tu "yo" futuro, como dice Ted Mosby, y así recordar por qué lo que añoras, no tiene sentido. Ahí al fondo, olvidada, llevándose a lo oscuro el torrente de cosas de ésas que no se olvidan.
Ahora que, por diversos motivos, unos y otros escribimos cartas sobre pesadumbres similares, nos convencemos de la imposibilidad de mandarlas. Uno, porque en el fondo no quiere. Otro, porque quiere, pero no puede hacerlo. Así, sus vidas seguirán como hasta ahora, escondiendo una parte, porque el silencio, es mi autodefensa (B.J.)

martes, 8 de noviembre de 2011

The River



Now those memories come back to haunt me 
they haunt me like a curse 
Is a dream a lie if it don't come true 
Or is it something worse 
that sends me down to the river 




Algo tiene el Otoño, que marchita las hojas...

domingo, 6 de noviembre de 2011

Sin mesura


Nos movemos entre un mundo en el que todo puede medirse, y un universo a parte en el que las emociones están totalmente al margen de unidades y medidas. Al margen de referencias objetivas. Cómo mides la angustia ante el vacío que tienes delante, o el dolor de lo que dejaste atrás. Cómo mides las dudas, y la inseguridad / la incertidumbre. Los recuerdos, los anhelos. Las lágrimas. Cómo mides la pena por saber que lo único que nos separa, sí es medible...e infinito.

lunes, 31 de octubre de 2011

El baúl que uno siempre lleva consigo


No hay viento que arranque de cuajo los flecos,
Ni torrente de lágrimas que consiga sumergirlos.
Sigues la trayectoria que te has marcado.
Y el mar te recuerda que las olas siempre vuelven.

domingo, 30 de octubre de 2011

Los robots olvidados



Ahora que ha muerto el creador del término inteligencia Artificial, podemos sacar a la palestra conceptos olvidados del supuesto avance tecnológico que iba a ser en nuestros días. Hace unas décadas, se imaginaba el futuro para los años que ahora vivimos, y todo se imaginaba en ese tono de películas de ciencia ficción: coches sin ruedas, naves espaciales por todos lados, todo con botones y automatismos varios y, la clave, robots. Robots a los que se les dotara de una capacidad para tomar decisiones y tener opinión, sentimientos. Robots que estuvieran a nuestro servicio y nunca pudieran estar en nuestra contra. Para que un robot pudiera tomar decisiones sin estar basadas en patrones programados sino en la experiencia que podían adquirir. La manera era dotarles de una especie de cerebro, de conciencia: la Inteligencia Artificial. Aunque resulta paradójico que humanos, tan a menudo carentes de toda inteligencia natural, sean capaces de crear una estructura inteligente para un cacharro inerte. Los robots, planteaban a la humanidad un grave problema, que residía en el miedo a ser atacado por ellos, a que se revelasen y acabasen con las personas. Otro invento surgió entonces fruto del gran escritor y científico Isaac Asimov: la Robótica. Esto es, aquello que estudia los robots, su comportamiento. Y la contribución más importante fue la formulación de las 3 leyes de la Robótica, por las que las personas podían sentirse a salvo. Son:
1. Un robot no puede hacer daño a un ser humano o, por inacción, permitir que un ser humano sufra daño.
2. Un robot debe obedecer las órdenes dadas por los seres humanos, excepto si estas órdenes entrasen en conflicto con la Primera Ley.
3. Un robot debe proteger su propia existencia en la medida en que esta protección                                                     no entre en conflicto con la Primera o la Segunda Ley.

A pesar de ello, siempre surgieron diferencias y dudas pues, a fin de cuentas, las máquinas estaban creadas por seres humanos, máximo ejemplo de imperfección y maldad. ¿Hasta qué punto puede un hombre crear una máquina inteligente perfecta, despojada de la maldad propia de nuestra condición? ¿Bastan las leyes de la robótica para estar a salvo de nuestras propias creaciones? Según Asimov, el cerebro positrónico (un positrón es una partícula elemental igual que el electrón pero con carga positiva) de los robots era lo adecuado. No podían violar las leyes porque estaban implementadas en su código, como un gen en nosotros. Por otro lado, los robots, como máquinas, tienen un botón de apagado. Pero ¿hasta qué punto un humano está legitimado a apagar a un robot, máquina con consciencia, sentimientos, que tiene la capacidad de amar y cuidar? ¿No debería pues existir una ley que defienda a los robots de los humanos? Son máquinas que no sólo piensan, sino que tienen un "gen" que les impide dañarnos y que les obliga a dar su vida si algo nos pudiera ocurrir. Son una especie de guardianes, de ángeles protectores, no sólo sirvientes. Deberían estar protegidos de nuestras envidias y maldades, ya que seguro que al final, nos sentiríamos inferiores a ellos, y quedarían relegados al olvido en un rincón del garaje. En cualquier caso, la realidad nos devuelve al duro pasado tecnológico, pues nuestros coches siguen teniendo ruedas (y caras), no tenemos naves porque además son muy caras, y el único robot que manejamos es la Thermomix. Y dista mucho de ser un elemento inteligente, porque sin el librito de recetas, no consigues ni ponerla en marcha. Lo curioso, es que esas tres leyes de Asimov, tan presentes en libros y películas (Yo, Robot es un ejemplo de relato de Asimov convertido en película), siguen siendo totalmente vigentes, ya que aún nadie ha sido capaz de construir una máquina lo suficientemente avanzada que las necesite y las ponga en duda. Por tanto, seguimos siendo los únicos seres inteligentes conocidos, algo que no debería dejarnos tranquilos.

La versión bonita:
http://ulises26.blogspot.com/2011/10/ay.html

viernes, 28 de octubre de 2011

Supersic, ciao

Estaban dándole vueltas a si la muerte de este muchacho podía haberse evitado: comisarios, Dorna, la federación... Pero en realidad, sólo se habría salvado si alguien le hubiera dicho "Marco, take it easy". Si el domingo alguien le hubiera dicho "no pongas la goma dura, que tú vas muy fuerte para eso". O si hubiera ido más despacio hasta calentar la rueda trasera. O si al perder la rueda se hubiera resignado a la caída y hubiera soltado el manillar. Pero así son los genios, los grandes campeones (aunque no haya tenido tiempo de serlo, en el fondo, lo era). Hacen lo que quieren y como quieren. Hasta sus últimas consecuencias. Con algo más de tiempo, ese arrojo habría servido para hacerle campeón del mundo. Un par de decisiones un poco más acertadas, ignorando su ego y hoy estaríamos riéndonos del memo de Simoncelli por caerse otra vez. Sin embargo, lloramos su muerte amargamente, sin consuelo. Porque no lo tiene. Ni para mí, que me caía mal. Ahora le maldigo, le odio por privarnos de su talento y de sus estupideces. De sus adelantamientos, de su peligro, de su velocidad. De esa sonrisa de memo que no oculta nada. Ya lo dice el anuncio en el que sale Hamilton (otro de mis odiados): la película es mejor, cuanto mejor es el malo. Le odio por cambiar su destino y morir, en lugar de subir al podio, que era lo suyo. No era su día el domingo, en contra de lo que piensan muchos. Era el día de hacer grandes cosas, pero un campeón está por encima incluso de su destino. Lo cambia. Le recordaremos como el campeón que pudo ser, ocupando un hueco en una memoria que no estaba preparada para recibirle.

jueves, 27 de octubre de 2011

Películas y escaleras

Cuando uno pasea por estas calles, la primera palabra que piensa es: película. Puede que no sepa los nombres, o las zonas, ni siquiera recuerde en qué película, pero toda la calle respira ese aire cinematográfico. Los toldos verdes de cada portal, con esas barras doradas sujetándolos, el portero negro con un traje aún más negro esperando que le preguntes cómo llegar a ese dichoso sitio que te han recomendado. Las escaleras de incendio que están en cada casa. Verdes unas, rojas otras. Todas mugrientas, pero uno aprende a ver que la mugre es una parte de la ciudad, y parece que nadie quiere quitarla, pues perdería "lustre". El mosaico que forman las escaleras es hasta encantador en una zona como el Soho. Y sorprende, a pesar de verlo en todas las series americanas y sus películas. Empiezo a pensar que la fiebre por estar armado se debe a la existencia de las escaleras, pues cualquiera puede bajarlas para llegar a tu casa. Pero no parecen moverse nunca. Están ahí, decorando, porque el acero no parece prender. El metro es otra de esas cosas típicas de las películas. A parte de viejo, sucio, y decadente, es que es un lío manejarse. Parece mentira el retraso que tienen en ciertos aspectos. No hay casi planos, ni espacio en el andén. Los domingos, se salta paradas, como si le diera pereza, como si el conductor tuviera prisa por llegar al final para ir a Central Park. Ahora, sentado frente a uno de los lagos del parque, veo paseando a Woody Allen en Manhattan, o en tantas otras. Siempre hablando, teorizando. Los tipos con el freesbee, jugando al fútbol (sí, al del pie), los motivados sin camiseta, unos negros que dan brincos pero encima son graciosos, un grupo de baile en patines, flipados en general. Una fauna que combina con la flora. Y en medio de todo, Imagine. Ahí, hace casi 31 años, morían a John Lennon. Niños cantando el Let it Be, sin saber quién fue ese hombre. ¿Mirará por la ventana la mierda de la japonesa? A quién le importa ya...Me quedé un rato en silencio, mirando la palabra "imagine".

viernes, 21 de octubre de 2011

Primer día en el Nuevo Mundo

Hay países con un nivel de evolución fuera de toda duda y otros que, por pequeños matices, no logran estar a la altura, más que les pese. Los americanos (del norte, claro) se creen avezados en cuanto al resto del Universo, así que ni te cuento con respecto a los simples mortales europeos. Es evidente su estupendo sistema de empleo para Universitarios, en el que se les da un protagonismo excelente, a parte de un trato a la altura de las circunstancias. Esto me hace pensar que hay pocos, o que como son medio lerdos, les parece una proeza terminar una carrera. Motivos aparte, el hecho es incuestionable. Por supuesto, también están a la vanguardia de la tecnología, el ocio y, sorprendentemente, incluso de la cultura. Más lejos, a mi juicio, de estar como cabecillas se encuentran en política, derechos humanos y cultura general. Se saben, y no todos, los ríos de su condado. Eso en el mejor de los casos. Pero, donde más he comprobado su inferioridad con respecto a la vieja Europa es, sin más ni menos, en el papel higiénico. Joder, que se rompe con mirarlo. Esas dos capas finísimas cuesta romperlas incluso por la línea de puntos, porque se deshacen solas. Un ejemplo de país civilizado, es Suiza, con su maravilloso papel de 4 capas: esponjoso e irrompible. Esto de aquí es una bazofia. Normal que los suizos, a parte de ser unos bollos muy ricos, sean esas personillas que guardan el dinero de medio mundo. En quién va a confiar más uno que en alguien que usa papel de 4 capas!! Traslademos la capital del Imperio a Suiza, por favor. 

miércoles, 19 de octubre de 2011

Cosas que llevar de viaje


Los preparativos de un viaje son siempre un aliciente para lo que va a venir y, sobre todo, una vía de escape de lo que te rodea. Escapar de la rutina, la quietud y los pensamientos cíclicos. Uno se deja envolver por ese bucle porque sabe que podrá disfrutar del anti-ídem de vez en cuando. En eso consiste la vida para casi todos los que no somos unos privilegiados y no nos dedicamos a lo que quisiéramos. Quién sabe si escribir (no sólo esporádicamente), o mirar el cielo, o mirarlo y hacerle fotos, o leer, viajar, pensar. Quizá la montaña, o un campo de rugby. Tantas cosas que se convierten en simples aficiones por no ser un profesional de ellas. Uno podría cobrar por ser intermediario, o amigo, o por estar siempre ahí. Y ¿qué pones en un CV? Experiencia: “Recurso compartido. Múltiples usos”. Si consiguen no pensar que eres un chip dual core, o una compresa con alas, tirarán el papelito al triturador. Si no, también. A fin de cuentas, lo que uno sabe hacer, no puede explicarse en un papel, ni pueden darse referencias o cartas de recomendación.
Cuando hoy haga la maleta, sopesaré qué parte de mis cargas me llevo, y cuáles intentaré dejar en el camino, por si deciden perderse. Que ya son mayorcitas (demasiado tiempo conmigo) y pueden ir solas por la vida. Todo sería mucho más sencillo si, a parte de la maleta, te pesaran el alma (ni de coña 21 gramos), la mente o algo etéreo. Tienes exceso de equipaje, habrá que tirar algo a la papelera. Palabra clave: papelera. Me llevaré las indispensables angustia vital, pesadumbre general y el inconformismo laboral. A parte de, por supuesto, un conjunto de mujeres inalcanzables y de dudas existenciales. A mano, tendré siempre un cuaderno, de los de ahora claro (iPad) para jurar en arameo, y desahogos varios. Si no puedo facturar esta carga, la llevaré en la mochila de mano, que nunca sabes cuándo puedes necesitarlas. Lo bueno, es que los aviones llevan cubertería de plástico, así que no hay posibilidad de clavarse nada. Sólo guardarlas para otro momento. Que siempre llega.

martes, 18 de octubre de 2011

Respuesta a tu poema, a tu duda (2)

Todas las causas
nos separan y unen/
en nuestra nube

Respuesta a tu poema, a tu duda (1)

Uno tiende a asumir ciertas cosas
Como la caída de las hojas en otoño,
O que un río llega a otro río…
Y de ahí al mar. Y no al revés.
Se acostumbra a la costumbre,
Al silencio del ruido furtivo y su soledad.
Se acostumbra al gentío que abraza
Pero no calienta. O a individualidades,
Que calientan y se apagan, ésas que no vuelven.
Y mirando a lo lejos, sin ver el horizonte,
El ingenuo sigue esperando el prodigio
Que repueble un árbol con sus hojas y lleve el mar a la montaña.
Esperando que el calor, la individualidad y el gentío,
Sean una sola cosa. En su mismo espacio.

lunes, 17 de octubre de 2011

Intruders


Si, de una historia real, se hace una pesadilla que perdura en el tiempo y es, sorprendentemente, hereditaria, no puede esperarse más que un bodrio sin pies ni cabeza, y no sin cara como se pretendía. El que un hecho que sí ha ocurrido, sea transformado en otro que no, es culpa de una madre ñoña e histérica, a la sazón, española, que por proteger a un hijo llorica, se inventa un cuento. Lo típico de las películas americanas, que por no decir la verdad, se montan un cisco ridículo. En este caso, el cisco es hispano-inglés, pero bien bebe de las peliculas americanas del mismo género: ésas que para asustar suben el volumen de la música repentinamente. No da miedo, sólo sobresalta porque te quedas sordo. En medio, un despropósito de niños, gatos y un niño que se hace adulto pero sigue siendo imbécil. Vamos, un despropósito.
"Carahueca volvió porque se había dicho su nombre..." Gensantadelamorhermoso...

domingo, 9 de octubre de 2011

Electrones de valencia


Desplazándome a toda velocidad, las cosas dejan de tener la misma perspectiva. Todo es más sencillo, banal. El camino, más corto, es el más corto. Sin vueltas ni dobleces. Y te ves como un átomo, con su capa de valencia y los electrones libres. Tienes la capacidad de interactuar con otros átomos, de intercambiar electrones, de compartirlos. Electrones que están ansiosos por ser compartidos, puestos en común. Y no arrancados salvajemente sin contemplaciones, dejándote a la intemperie, con menos protección, y con espacios en blanco. Uno intenta despojarse de aquello que le sobra, y sólo consigue que le arrebaten las capas, una a una, dejándole solo consigo mismo. Un hombre, su núcleo. Viendo cómo esas pequeñas partículas que compartía, escapan ingrávidas, fútiles. Se queda solo con sus prejuicios y sus valores. Con sus temores en una maraña de electrones libres que rehuyen contribuir a tu valencia.

jueves, 6 de octubre de 2011

Ciao Steve


Hay muy pocas personas que merezcan ser consideradas genios. Y no es por lo que hacen, sino por lo que consiguen hacerte sentir con ello. Nos despojamos de la relevancia o la utilidad de lo que hace esa gente, porque no su trascendencia motiva lo que te hacen sentir. Unos es con la música, otros con el cine, otros con un libro, y éste, con mil cachivaches que nunca creías que ibas a necesitar y han acabado por ser parte de tu vida. Todos tenemos un pequeño espacio, sea en el corazón, o en el alma, dedicado a personas que no conocemos ni conoceremos nunca. Eso no impide que cuando una de esas personas se va, parte de ese espacio que tienes, muera con ella. Así, vas acumulando admiraciones en un espacio durante toda tu vida, para que, sin avisarte, y sin considerar que lo tienes ahí, vaya uno y se muera, marchitándote un poquito más. Si cabe. Mientras, la chusma, no muere nunca. Quizá sea una estrategia de la Naturaleza para recordar más aún a los pocos que merecen la pena, frente a la panda de anormales que siempre se queda por aquí.

miércoles, 5 de octubre de 2011

...from outer space


En ciertas ocasiones, casi cada día, uno contempla dos opciones: el de enfrente es un extraterrestre, o lo soy yo. Ambos, no podemos compartir origen, ni planeta. No venimos del mismo mono, ni hemos evolucionado del mismo organismo unicelular. Entonces, cuando se buscan otras formas de vida, ¿por qué va a buscarse algo diferente fuera, si esa variedad la tenemos dentro? No estamos hechos de lo mismo (materia, antimateria…), ni pensamos igual, ni llegamos a la misma conclusión partiendo de la misma hipótesis, o no diferenciamos tanto fracaso y triunfo. A los marcianos les importamos un pimiento. Yo les imagino (si pudieran vernos por una rendijilla) en plan Obélix: “están locos estos terrícolas”. Cierran la mirilla y se dedican a sus cosas, mucho más interesantes que nosotros y, seguro, menos dañinas. Si nuestro único punto común es la manera de sentir, sobre todo, dolor, poco van a querer mezclarse los marcianos con nosotros. Aunque no sería más raro un tipo verde con cuernos y un ojo en al frente que el que tengo sentado al lado, con traje y calcetines blancos como unas medias de fútbol. Quizá no vienen porque nadie iba a darse cuenta que son “de fuera”. Como aterricen en medio de las fiestas de un pueblo, salen pitando. Si caen por la calle Fuencarral, creerán que se les han adelantado sus vecinos de galaxia. Así que, ¿para qué venir? Sólo falta que a alguno se le vean los hilos de su platillo.

lunes, 3 de octubre de 2011

Lost in the Flood


Lost ih the deep and wide Universe, we'll try to find the way back home.
If don't reach the point, we'll fly away through the powder.

jueves, 22 de septiembre de 2011

Otra tontería

Te diría muchas cosas que quizá entendieras
Pero, sumidos en un vacío casi irreal
Mis palabras no encontrarían medio por el que propagarse.
Viviendo en burbujas independientes, aislados.
Un solo de piano sin teclas / en un auditorio vacío.
Ese viento que arrastra hojarasca a ningún lugar concreto.
Yo, acurrucado en una esquina, al margen de los acontecimientos y
Mientras, la gente con sus idas y venidas,
Tú, en tu carabela, acostumbrada a un mar que no es redondo;
Y con esa voz desgarrada que ya nadie oye.
Vas de nube en nube sorteando los rayos,
Cantando a las sirenas, porque hace mucho que nadie lo hace.

miércoles, 21 de septiembre de 2011

Anti-isótropo

No por intentar poner en orden nuestras ideas, conseguimos disminuir el desorden del Universo. Intentar poner orden, significa ser partícipe del caos, imbuirte de su cadencia y, al final, acabar peor de lo que se estaba: desordenado, desorientado y con un montón de Entropía que no te sirve para nada. Como si te sobrara espacio. Como si el tiempo fuera un parasiempre.

Y entonces llegan esos compases /
Y vuelves a ser una onda que se propaga en todas direcciones...
...deseando encontrar la anisotropía en algún punto.


Y así, huir de un mundo aburrido, en que todo es duradero, menos la belleza.

lunes, 19 de septiembre de 2011

Lentes gravitatorias


Vivimos en un mundo difuso, bien porque miras atrás y los recuerdos se han perdido, bien porque miras hacia delante y no consigues enfocar bien. Para ambas nebulosas, globulares o abiertas, carecemos de instrumentos ópticos que junten todos los rayos en un haz coherente. Estamos en un punto como inmóviles en nuestro pequeño universo, dentro del Universo. Una mayúscula que es determinante. Un punto focalizado, con visión perfecta, pero demasiado pequeño. Una luz corta en la inmensa negrura del cielo. Una luz que alumbra tus pies, pero no el camino. Cuando intentas dar las largas, rebota deslumbrándote como si hubiera niebla baja, una noche cualquiera. Supongo que, como parece en la carretera, quizá sea mejor ver tus pies, que no ver nada; tener un punto claro en medio de la maraña. Necesitamos una lente gravitatoria interna. Una lente que permita ver aquello que está detrás, esperando que mires hacia allá. Estás, eres. Aunque no sepas nada más. Sólo una cosa: la nebulosa, siempre va contigo, fiel compañera desenfocada. Y tú, te has acostumbrado a no ver nada.

jueves, 15 de septiembre de 2011

Launch


Got no time for philosophy/
Ain’t no time to waste.
So take a ship
And fly high to the stars...
Far enough to see how small we are.

lunes, 12 de septiembre de 2011

El peso del pensamiento


Nuestra función cerebral, es tan compleja, que unas veces parece una onda y otras, una partícula. Unas veces idea, pensamiento; pesadumbre o alegría. Otras, algo material, con masa medible y que ocupa un espacio y un tiempo. Ambas conceptos ligados, tanto que no tiene sentido hablar de uno sin recurrir al otro, aunque no se comporte como ambas cosas a la vez. Y como parte de la física que es, nuestros problemas están sujetos a sus leyes y teorías. Nuestra energía es parte de nuestra materia, y, a veces, se convierte en ella. Las ideas fugaces (positivas o negativas) hacen que nuestro cerebro vaya más rápido de lo que debe, convirtiendo esos pensamientos en algo material, plausible. Nos pesa, porque es un objeto macizo. Einstein quizá no vio las implicaciones de su ecuación: nosotros gastamos energía, pensamos a velocidades relativistas, luego adquirimos masa, y cuánta más masa tienen nuestros problemas, menos capacidad tenemos para resolverlos. Necesitaríamos un aporte de energía infinito. Todas estas cargas, ahora sí literales, son como si tuviéramos más fuerzas de rozamiento que nos impiden avanzar. Podría ser la Fuerza de Rozamiento Lúgubre. Caminando, los pies nos pesan, y se agarran al suelo como si tuviéramos cien, agarrándose a las irregularidades del asfalto, tirando en sentido contrario. Podríamos desear ser, en esos momentos, observadores externos, en nuestro propio sistema de referencia no ligado. Mirar desde todos los ángulos, despreciar la perspectiva para tener una visión global 4D. Girando en torno a ellos, enviándoles ondas de luz que nos llegarían de nuevo desplazadas al rojo o al azul, analizando un espectro aún más amplio gracias al movimiento. Los problemas son susceptibles al efecto Doppler. La perspectiva con que los percibes depende de la velocidad con la que te mueves, y si es hacia ellos o, por el contrario, huyes. Si tomas decisiones precipitadas, no se solucionan, porque las longitudes de onda van atropellándose, acortándose, agudizándose. Si sales por piernas, la onda se alarga, pero no lo suficiente para romperse. Uno está ligado a sus pensamientos, y no puede escapar de su atracción gravitatoria. Ni ellos de ti. Somos sistemas dobles, dos estrellas girando en torno al centro de masas, un planeta y su satélite. En simbiosis. Sincronizados. En ello, la memoria, hace las veces de cajón de sastre. Cajón en el que sabes que está todo lo que necesitas, pero que siempre encuentras lo que no quieres en ese momento. Las cosas banales, fútiles, deben ocupar más espacio, o tener colores vistosos. Deben ser más ligeras, y se quedan en las capas de arriba, cerca de la tapa, como enganchadas con un muelle para que salten y no puedas concentrarte en lo que necesitas. Sería bueno tener un índice, tener las noticias, los recuerdos de aquella chica, o de aquel curso, de ese día que jugaste tan bien al rugby o al tenis, las vivencias de nuestro viaje, los olores de cada momento y los sabores con sus sinsabores. Todo etiquetado, metido en las bolsas de plástico en las que tengo los comics para que no se deterioren. Aislados del polvo que se acumula en la singladura, de las ondas de alta energía que los chamuscarían, de los campos electromagnéticos que los cambiarían de forma, polarizándolos. En el catálogo de Ikea falta una sección: embalajes aislantes para recuerdos imperecederos. Los perecederos ya se quedan ahí solitos, sin que nadie se lo pida. Los recuerdos, son lo único que pesa más que los problemas. Quizá porque nadie sabe resetearse, o hacer limpieza, quizá nadie sabe como ordenarlo, ni tener un índice, ni siquiera un orden de prioridades. Los recuerdos, van por libre, partículas dispersas, de ésas que existen en un mundo cuya velocidad mínima es la de la luz, que necesitan perder masa para ir aún más rápido. Existen, y no podemos cazarlos, sólo intentar confinarlos, como si tuviéramos grandes campos magnéticos, para que no se nos descontrolen. Eso somos, un gran acelerador de recuerdos confinados, que, si no lo calculamos bien, nos estallarán tarde o temprano.

Ni por asomo es una paranoia, sino algo real, muy cierto:
http://ulises26.blogspot.com/2011/09/mas-tiempo-por-metro-cuadrado.html

miércoles, 7 de septiembre de 2011

El tiempo de los valientes


Como todos los grandes espectáculos deportivos en los que participan equipos de todo el mundo, el rugby tiene su fiesta grande cada cuatro años. A pesar de ser un torneo con una corta historia – el primer mundial fue en 1987 – es uno de los espectáculos deportivos más vistos en todo el mundo. Juegos Olímpicos, Mundial de Fútbol, Mundial de Rugby…la créme de la créme. En este deporte, la diferencia abismal que hay entre el primer mundo y el segundo mundo, hace que las sorpresas sean escasas, salvo en los mundiales. Las todopoderosas selecciones del sur, sufren a veces contra los vecinos más técnicos del norte, que, decidiendo ser David con su honda, amargan la existencia de los goliats, más perdidos que nunca. Así, antes de empezar, siempre hay tres favoritos: Nueva Zelanda, Australia y Sudáfrica. Luego están las dos alternativas por si algo falla, que son Inglaterra y Francia. El resto no cuenta. Son más equipos porque el torneo tiene que durar más de una semana. Los últimos años, siempre han dado la sorpresa los mismos, pues Francia suele ganar a Nueva Zelanda cuando mejor están jugando éstos, o Inglaterra va y gana el Mundial en 2003 para asombro de medio mundo. Pero más que la sorpresa de que Francia gane a los All Blacks, está la de que éstos pierdan. Siempre son los primeros candidatos al título. En los campos por los que pasan en esos cuatro años entre mundial y mundial, no vuelve a crecer la hierba. Atila disfrazado de maorí, con otros 14 fulanos a cuál más grande, arrasando a cada equipo con el que se cruzan. Y es literal porque es un deporte de contacto. De mucho contacto. Para ganar, hay que chocar, golpear, pisar y destrozar, y no creo que haya nada peor que tener delante a NZ con su hambre insaciable de victoria. Sólo escuchar su haka previa al partido ya haría que se me cayesen los pantalones. Este año, tras el fracaso del 2007, NZ tiene aún más presión, aún más miedo, aún más problemas. Juega en casa, y, teniendo en cuenta que el rugby es más que la religión, más que una afición, más que una costumbre, el placer se convierte en deber, y éste, en obligación. Todo lo que no sea arrasar, será considerado traición. Si esta vez fracasan, muchos no volverán a vestir la camiseta negra con el helecho plateado. Es cuestión de honor y de orgullo. Una nación entera que sabe que su equipo no tiene rival, pero al que siempre le sale uno inesperado cada cuatro años. Sólo han sido campeones una vez, la primera, sentando las bases del futuro que nunca repetirían. Es su año. Y no tienen otra opción, como dice Eminem:
“Success is my only motherfucking option, failure’s not”
Lo tienen todo. Una delantera fuerte, rápida, técnica y sin piedad. Unos medios portentosos, y unos trescuartos llenos de energía. Gente que juega con los ojos cerrados y un tío que mete patadas desde cualquier parte del campo. Que no falla ni tirando a propósito. McCaw, Carter, Muliaina, Kaino, Weepu, Conrad Smith, Sonny Bill Williams, Nonu… El viernes empieza todo. Esperemos que no acabe como otros años. Se lo deben a Taine Randell, a Carlos Spencer, a Christian Cullen, a Josh Cronfeld, Andrew Merthens, Justin Marshall, Tana Umaga y tantos otros genios.

martes, 6 de septiembre de 2011

lunes, 5 de septiembre de 2011

Haiku particular

Cuento partículas
que separan los vacíos.
Y no me entero.

El bosón del "to be or not to be"


La Física de Partículas es como estudiar un poco la Historia de nuestro Universo, y las Partículas elementales, los hechos básicos que propician que todo lo demás ocurra o exista. Parece mentira, pero la única manera de entender lo que somos, lo que tenemos y cómo ha llegado ahí, es estudiar lo más pequeño que hemos encontrado: partículas tan ínfimas que muchas veces sólo pueden ser detectadas si se mueven a toda leche, o si se mueven y encima colisionan con otras. Ahí es cuando las ecuaciones de Einstein tienen sentido más allá de llenar camisetas con el E=mc2. Por supuesto, esto no es más que una simplificación, ya que la ecuación que se emplea, es un chorizo algo más grande. En definitiva, no es más que una transferencia o equivalencia entre masa y energía. La diferencia entre una y otra no es más que un número, una constante. Así pues, los esfuerzos de un montón de sheldoncoopers están totalmente centrados en encontrar ciertas particulitas que servirán para finalizar nuestro modelo estándar del Universo o para descojonarlo entero, pues todo reside en una única partícula/campo. Si existe, genial, se conoce casi todo. Si no, se joroba el modelo y hay que pensar en algo que lo substituya. Es casi más emocionante la segunda opción, pues crearía nuevos retos a los Físicos, pero también sería algo decepcionante estar casi seguros de que existe una cosa y, tras años de búsqueda, comprobar que no existe. Los Físicos, son más optimistas de lo normal, pues ante un revés, siempre ven el lado positivo: ahora hay más cosas que podemos saber. Hace años, una cosa así, se interpretaba como un gran fracaso, pero eso no es más que por obstinación. Se está tan seguro de que algo es de una cierta manera, que si ven que no, pensaban que lo estaban haciendo mal, que eran unos fracasados. Eso le pasó al bueno de Michelson, que se empeñó durante 50 años en demostrar que el éter existía. La suposición era que nuestro “vacío” era en realidad un medio material, al que llamaron éter, y que servía para la propagación de las ondas de luz, al igual que el sonido necesitaba el aire. Bien, pretendían demostrar que los haces de luz se desviaban al moverse en una dirección u otra como si el éter opusiera una resistencia a su movimiento, por lo que su velocidad y su trayectoria cambiaban si el movimiento era en un sentido o en otro. Tras mil experimentos y de conseguir paralizar el tráfico de una ciudad como Chicago (si mis profesores no me engañaron) durante unas horas para que el baño de mercurio que absorbía las vibraciones fuera aún más eficaz, los resultados no fueron los esperados. Encontraron que la velocidad de la luz era la misma, se moviera eso como se moviera, ya fuera en el sentido de movimiento de la Tierra, o al contrario. Es, como en física newtoniana, el hecho de ir dentro de un tren andando. Si el tren va a velocidad “v” y tú andas, en realidad, con respecto al tren vas a velocidad “w”, pero con respecto al exterior, vas a “v+w”. Si andas en sentido contrario al movimiento del tren, entonces vas a “v-w”. Eso mismo querían detectar, pero no lo consiguieron. Michelson tenía dos opciones: creer que estaba todo bien y que entonces no había éter y que la luz tenía una velocidad constante, o creer que era un ceporro y un fracasado que no era capaz de explicar algo tan evidente. Eligió la segunda opción, cuando en realidad, hizo un grandísimo descubrimiento. Quizá, de eso ha aprendido la Comunidad Científica, pues una de las partes más importantes de un experimento, es saber interpretar los datos que obtienes. No puedes ir centrado en una conclusión, porque entonces estás condicionando el propio experimento. Hay que tener la mente abierta para aceptar otros resultados diferentes de los esperados. Por lo que sé, en el LHC del CERN, tienen la mente abierta, y, aunque esperan encontrar el bosón (y, por consiguiente, el campo) de Higgs que explicaría de dónde sale la masa de todas las demás partículas, si no lo encuentran, sabrán que nuestras teorías tan probadas y resistentes a prueba de “bombas”, han de ser cambiadas. En cualquier caso, un emocionante futuro científico nos espera, aunque nos desarme la cuadrícula mental que teníamos asumida.

jueves, 1 de septiembre de 2011

Visionario


Un día u otro, alguien conseguirá que el teletransporte pase de ser una realidad cuántica a ser macrobiótica. Si, por una vez, los japoneses tuviesen razón, y Goku fuera el ejemplo de científico que, lamentablemente, no es, bastaría con poner dos dedos en tu frente y concentrarte en el sitio al que quieres ir. Detectar su energía y listo. No te digo ya volar...que eso sería la pera, como tener de mascota una nube que te obedece. O, por citar otro avance dragonbolliano, ¿para cuándo una casa que con un botón entre en una cápsula de amoxicilina? Una casa, o la moto, o todo lo que tienes en el trastero. Te vas de vacaciones, y al llegar ¿qué haces?…sacar la moto para presumir!! Ryanair se iría a pique con esta idea. Nadie iría con sobrepeso, salvo fruto de las hamburguesas. También se acabaría el problema de la zona azul y de la zona verde. El ayuntamiento a tomar por saco. Demasiadas cosas bonitas en una sola imagen. Si tan sólo pudiera ser lo listo que soy, pero, por una vez, en el momento adecuado…

martes, 30 de agosto de 2011

Los Salvadores del mundo en Super 8


Nosotros, que somos muy listos, ya sabemos la respuesta, pero alguien debería empezar a preguntarse por qué todos los seres del espacio exterior que deciden darse una vuelta por ahí, acaban irremediablemente en EEUU. He llegado a pensar que es porque se creen el centro del Universo, algo que también todos despreciamos, o que es que siempre que una nave se acerca, deben venir de una distancia determinada de modo que la parte iluminada de nuestro planeta coincida con dicho país. Pero ya, después de muchos años y muchas películas, estoy convencido que los extraterrestres van siempre a EEUU porque se sienten como en casa, y toman a sus habitantes como semejantes. Puede que rivales, pero como semejantes. Ayer disfruté una muestra más del ombliguismo americano al ver Super8. Disfruté porque la peli es entretenida, y a veces, el cine, no tiene que contar una historia profunda, o dejarte una huella imborrable, o, ni siquiera, ser algo que perdure. El objetivo principal del cine fue, es y será siempre el entretenimiento. Y para ello, incluso otra historia de alienígenas puede servir. Incluso protagonizada por niños, algo que detesto pero que, en esta ocasión, han conseguido que no sean unos ñoños seres bajitos sino unos chavales hasta simpáticos. Desde el gordo con pretensiones de director de cine, y mandón, a la sazón; hasta el miedoso que vomita cada 5 minutos; o el cabrón pirómano con unos braquets más grandes que su propia boca. O el prota, un héroe en miniatura que protagoniza una historia de amor que, al ser a escala 1:2, no resulta empalagosa ni estomagante. Vamos, que no necesité un chute de insulina para contrarrestar el subidón de azúcar. Si los protagonistas hubieran sido ella Julia Roberts y él un Richard Gere cualquiera, yo estaría ingresado en el hospital ahora mismo. Disfruté, incluso apareciendo los cansinos militares, con sus secretos, su estupidez y su falsa superioridad. Ellos siempre lo saben todo, lo controlan todo. Pero siempre la cagan. Porque son subnormales. Como siempre en los americanos, son los salvadores del mundo y el “eje del bien”, pero bueno, tienen el acierto de poner críos simpáticos para que el odio por ellos no aumente e, incluso, ni lo tengas en cuenta. El detalle chorra americano tenía que llegar, claro, y ocurre cuando se encuentra todo el pueblo reunido pidiendo a la poli que haga algo porque les desaparecen las tostadoras, microondas y demás cachivaches eléctricos. Una señora se levanta, y dice que mientras nadie le diga lo contrario, la culpa la tienen los rusos. Quizá es por ambientarse en 1979, pero imaginar una horda de tropas bolcheviques invadiendo una mierda de pueblo en mitad de la nada, para robar electrodomésticos…es de imbéciles hasta para ellos. Si les echan la culpa de todo, yo que ellos, pondría gasolina en las naves espaciales sólo para el viaje de ida, y que los memos estos se queden un rato dando vueltas por el espacio. Como diría mi madre, “toma torta, para que llores por algo”. No obstante, merece la pena verla. Al menos, si uno no lleva pretensiones de ver una obra maestra, sino que, simplemente, quiere entretenerse.

lunes, 29 de agosto de 2011

El alzamiento del aburrido


Las vacas sagradas, pesos pesados o, gente que vive de sus rentas, siempre los ha habido en todos los deportes. En algunos, como las motos, esas personas tienen un halo de misticismo que los hace demasiado intocables, tapando la mediocridad a la que han llegado hablando de su glorioso pasado. Siempre se criticó a los que ganaban “sólo” un mundial, porque se decía de ellos que había sido suerte, como si todas las carreras se hubieran ganado porque al resto se les rompía la moto, o se cayesen. Si gano, es que soy la monda; si pierdo, es la moto que no funciona. Un deporte de llorones cuyo ego evita que tengan la culpa alguna vez. Siempre hablan en plural, y aunque sean un equipo, el que se equivoca muchas veces es el piloto, no el del garaje. En esto, aparece un tipo que no causa muchas simpatías porque no se va con 15 rusas a un barco a beber champán en pelotas, o porque es más callado e intenta no meterse con nadie. Un tipo del que dicen aburrido porque cuando gana, gana solo. En lugar de decir que los demás no le llegan a la suela de las botas (de moto), dicen que el tío es aburrido…como si esperaran que frenase para ir todos junticos. Cuando estaba en Ducati, nadie le valoraba. “No, es que la Ducati es la más rápida”. Eso sí, ninguno de sus compañeros le hizo sombra nunca, y sus motos eran iguales. Sólo él podía llevar la moto a la meta, y con los primeros, si no el primero. Fue el primero en ganar un mundial con Ducati, y hasta que vuelva a haber otro, pasará mucho tiempo. Incluso ayudaba a algunos de sus compañeros ofreciéndoles su configuración de la moto para ver si se hacían con ella. Pero ninguno pudo. Ahora, año en el que el tan pesado Rossi está en Ducati, consiguiendo que nadie quisiera a Stoner por allí, no se comen un colín. No se lo comen a pesar del talento del vividor number one, que todo hay que decirlo, el tío es un rato bueno. Pero no hace absolutamente nada con la Ducati. Amigos, las motos cambian mucho cada año, pero no como para no funcionar nada. El único que podía con ella era Stoner, y ahora en Honda, nadie le hace sombra. Tan malo no será. Cuando gane el mundial, que seguro será así, espero que vaya al box de Rossi y le diga: “qué, gano porque la Ducati corre, ¿no? Hazlo tú, si puedes”. El año pasado ya le mojó la oreja Lorenzo. Si alguien se lo merece este año, es Stoner. Cuántos en Borgo Panigale suspiran por él todavía, y qué pocos se atreverán a decirlo (como señala El País hoy). Los italianos tienen loque se merecen: un héroe que no puede con su moto; un Dovi que es bueno pero no lo suficiente; y un imbécil que antes o después matará a alguien porque, como digo, es imbécil (aunque muy bueno). Todos quieren emular a su gran Rossi…yo me quedo con el “aburrido” Stoner, que gana y encima, no presume por ello.

jueves, 25 de agosto de 2011

La Carrera a la inversa


Antaño, si había gente que se caracterizaba por la seriedad con la que trabajaban y la fiabilidad que tenían lo cacharros que hacían, eran los rusos. De todos los programas espaciales mundiales, la denominada “Carrera Espacial” protagonizada por rusos y americanos fue lo único entretenido que hubo en la Guerra Fría. Mientras por detrás se dedicaban a inflar sus gruesos armamentísticos, just in case, por delante hacían cohetes, satélites, mandaban perros a dar vueltas por el espacio exterior y se iniciaba la conquista de la Luna (escépticos aparte). Los rusos han hecho siempre cacharros estupendos, cuya duración, mucho más de lo previsto, como la MIR, les puso a la vanguardia de la técnica aerospacial. Gente meticulosa, que, como tiene a bien emplear las unidades de medida del sistema internacional, no tienen la necesidad de confundir millas y kilómetros, con lo que no pierden naves así como así. La grandilocuencia americana, su capacidad arrolladora para comunicar y publicitar sus logros por nimios que sean, y su enorme ego, nunca han estado a la altura real de las circunstancias hasta que contrataron europeos. Ellos, que son capaces de estrellar naves en Marte por diferencia de cambio de unidades, y de pisar la Luna sin que la mitad del mundo les crea, o de crear naves en las que muere gente mientras lo dan por televisión, adelantaron a unos rusos que no creían que los americanos fueran a dejar de ser unos granjeros paletos. Con el vuelco en la carrera, y la necesidad global de ser amistosos, las agencias espaciales americana, rusa y europea se han dedicado a colaborar estrechamente, incluso de manera curiosa, como tras el desmantelamiento de los transbordadores espaciales. Ahora, sin naves en un futuro próximo, la única manera que tienen los americanos de alcanzar la ISS es alquilando naves rusas. Ruso-taxi para el espacio. Curioso. Para que luego digan que no es posible llevarse bien. Bien, dicho esto, y volviendo al contrasentido que quería reflejar, esta gente meticulosa, paciente, seria y científicamente superdotada, se ha dejado imbuir por el espíritu americano que, aprovechando la globalización, ha decidido amargar la vida a la agencia espacial rusa. Ahora, los que pierden naves son los rusos. Unas se estrellan, otras llegan a una órbita que no es adecuada, otros satélites no saben dónde los dejan…Ayer, el carguero que llevaba provisiones a la ISS, se estrelló en Siberia, la semana pasada perdieron un satélite por encontrar una órbita que no era la suya, y hace unos meses, perdieron 3 satélites que completarían su sistema de posicionamiento global, cayendo en el pacífico. El mundo al revés, lo dicho. Sólo falta que ahora que en EEUU empiecen a estudiar Historia del Mundo, en lugar de Historia de Alabama. De ésta se aprenden las capitales de los países europeos.

miércoles, 24 de agosto de 2011

Borrar las ecuaciones de la pizarra


Si un físico teórico se atasca, y mirando embobado su pizarrín, decide que no hay manera de seguir por ese camino, simplemente agarra la manga de su jersey de lana y la borra entera. Empieza de nuevo a plantear las hipótesis, las desarrolla, hace sus cálculos, y ve si llega a algo. Si no, vuelve a borrar la pizarra. Este bucle puede ser tan recurrente como se quiera, aliñado quizá por drogas, bebidas energéticas o quién sabe. Folios y folios en la destructora de papel; cientos de rotuladores vileda, y muchos jerseys llenos de tinta o tiza. Puedes tomarte el tiempo para detenerte, quedarte observando desde fuera, en tu sistema de referencia, mirando otro. Puedes, tachar, emborronar, limpiar, rehacer, pensar, desesperarte, calcular, despreciarte, o quererte, o no hacer nada. Tienes el tiempo necesario, y los instrumentos. Tienes un sistema de referencia aislado, ajeno, en el que poner tu culo y reflexionar. En aspectos más terrenales, con menos de N dimensiones, sin importarte los universos paralelos, o las dimensiones enrolladas, sin saber si la materia está hecha de partículas o de cuerdas. Si la gravedad tiene una onda y una partícula, si podemos recrear el big bang, si podemos encontrar nuevas partículas o no, o si podemos unificar todas nuestras teorías. En nuestro mundo alejado de las ecuaciones de onda, y de las probabilidades matemáticas, estamos sometidos a las probabilidades no cuantificables: meter la pata, elegir bien, tener arrestos, sentido común. Sujeto a esas leyes tan ambiguas, no podemos encontrar un camino. No podemos resetear la pizarra, ni apagar/encender. No podemos mirar desde fuera, sentados viendo la evolución, ni jugar al ajedrez con nosotros mismos, dando la vuelta al tablero para pensar otra nueva jugada. Aquí, en la vida sin papel ni boli, sin ecuaciones, no tenemos más remedio que dar un salto y esperar caer en una parte sólida del espacio, no en un gap entre paquetes y así perdernos en la miseria de la cuántica. Somos tan pequeños, que no podemos aplicarnos otra cosa.

martes, 23 de agosto de 2011

Vuelta a la ¿normalidad?



Se acabaron los días en que aún con mal cuerpo, levantarse a las 5 de la mañana era una alegría. Ahora, durmiendo un poco más, un poco más cómodos, en una cama mejor, con más recursos y cosas materiales, el cambio de perspectiva te devuelve a la posición inferior. Ahora, todo más alto que nosotros, y más amenazador, continuará donde siempre,en:



http://enmientropia.blogspot.com/

La soledad del cúmulo


En el mundo al revés, ése por el que transitamos, ése que a veces ni nos arrastra preso de la desidia, tras la calma llega la tempestad. En el mundo al revés, que se nos queda muy atrás, sin contemplaciones, se desaprende cuando todo se conjunta para lo contrario. Un mundo lleno de información lleno de gente desinformada. Y nosotros, como partículas en un acelerador, esperamos pacientemente a que nos colisionen con otras y ver qué sale. Unas veces nos destruyen, otras nos destruimos. A veces crecemos, o liberamos energía. A veces no chocamos, sino que pasamos de largo, convirtiendo nuestra energía en materia, que nunca nuestra materia en energía. En nuestro mundo al revés, nos frenamos, porque nos frenan. Y no hay campo magnético que te dé un empujoncito como tú quieres. No hay un electroimán personal que te diga que ahora es el momento de coger velocidad, y chocar sin miedo. Sometidos a campos continuamente, no somos capaces de incorporarnos a ninguno que nos diga algo útil, o que te empuje de tal manera que, al menos, descartes opciones. Una partícula aislada, en una inmensidad. Un cúmulo globular perdido, en el que sus puntos están ligados, y a la vez, no se conocen más que de vista. A quién le importa M13, por decir uno, si siempre está ahí. Un día dejará de estar, y, cosas de las distancias, nos daremos cuenta demasiado tarde. En nuestro mundo al revés, sin distancia, pero separados; aislados entre los demás; parados mientras deambulamos por el Universo y, sin comprender nada en absoluto, seguimos contemplando el mismo cielo sin hacernos muchas preguntas. Preguntas de las que no queremos saber la respuesta. Nos obligaría a hacer algo al respecto, y salirnos de nuestro devenir rutinario.

lunes, 15 de agosto de 2011

Ciau



Cuesta echar la última mirada a Saas-Fee sin sentir que marcharse, no es como el fin de otras vacaciones. No es lo que te espera en casa, sino lo que dejas atrás. Se vuelve a convertir en el clásico problema de lo que uno pierde frente a lo que uno tiene. Aquí, entre montañas de edificios, la nieve parece lejana, las pendientes, comienzan a dar pereza, y el calor, asfixiante, te da más debilidad que la falta de oxígeno propia de la altura. Igual que el hombre no está hecho para competir en el mar contra un pez espada, los cuerpos de 100 Kg no estamos hechos para temperaturas superiores a 20 grados. En el Saastal, las temperaturas oscilaban entre los 2 y los 20 grados, no como aquí, que a las 2.15 de la mañana, había 26. Puede que lo que uno eche en falta sea el abrigo, el no sudar, o ver las montañas en cualquier momento, o tomar el helado de las 18.00, o el Alpenpub, quizá la cuesta de vuelta a casa, la terraza y el gato que venía a saludarnos, el Dom, el Allallin iluminado por la luna llena, los esquiadores por todas partes...

Con nostalgia, un poco de pena, miramos el Mischabel por última vez. Al menos, hasta que volvamos. El Dom, será nuestro objetivo. Este invierno, quizá el destino cuadrillero para la semana blanca. En cualquier caso, volveré. Porque lo merece. La perla de los Alpes, dicen. Quizá, no se equivoquen.

miércoles, 10 de agosto de 2011

El mundo en sus manos


No en el mar, sin veleros, sin competición. Pero el mundo en nuestras manos. Los Alpes a vista de pájaro, en nuestro campo visual. Enteros. Es una sensación única, difícilmente igualable, pero, quien sabe si podremos volver a alcanzar una cima así. Ahora, en casa, tras la pertinente cerveza y los necesarios Dire Straits, el sentimiento en el caso de Miguel es subir de nuevo; en el mío, melancolía, nostalgia o, mejor, vacío. Lo dijo Whymper cuando coronó el Mont Blanc: sientes que ya no queda por encima en lo que fijar tus ansias, nada que sea tu objetivo; te sientes vacío. Nosotros tenemos muchas montañas, pero no sabemos si tendremos la capacidad para afrontarlas, con lo que ahora, vacío es una buena descripción de lo que siento. Allallinhorn, sus 4027m, han estado bajo nuestros pies, y enfrente, Matterhorn, Taschorn, Dome, Breithorn, Monte Rosa, Lenspitze...un sin fin de colosos, casi a nuestra altura, o al menos, cerca. Inabordables de momento. Observando los 4miles, los 3miles, los 2miles. La planicie italiana, el valle Suizo. Arriba el cielo. Sin nubes. Llegamos allí luchando no contra el miedo, esta vez, si no contra mi mal cuerpo (subir en 15 minutos de 1800 a 3500m por teleférico no sienta bien a nadie, salvo a los esquiadores que nos pasaban por todos lados), contra la duda de qué habría en los metros finales. La respuesta no tardó en llegar: una arista!! Tan solo 20m de arista, afortunadamente con buena huella, pero completamente por la parte de encima. A nuestro lado, aire. Abajo, Saas-Fee. La duda duró los 10 segundo que tardé en decir: "Miguel, vamos ya, sin pensarlo mucho". Al fin, la cruz, una foto que necesitábamos tras un día de mal tiempo sin subir, otro en el que nos dimos la vuelta y otro de espera. Casi 4 días esperando llegar allí, y viendo la cima desde la ventana de casa cada día. Al fin, tras montañas de no disfrutar por diversos motivos, teníamos un día fantástico, un panorama indescriptible, y un sitio cómodo en el que estar sin temer caernos. Fotos y más fotos. Y pa'bajo, que no estaba todo hecho. El último tramo de la subida, y primero de la bajada, tenía telita. Metros escasos, en los que dar un paso costaba sudor y lágrimas. 20m en 5 minutos, eso lo dice todo. Pasado eso, bajada relajada, disfrutando de lo conseguido, de las vistas. Así sí merece la pena madrugar. Quién sabe cuándo volveremos a sentir algo así. Puede haber sido nuestra última gran montaña. O la última gran montaña catalogada como fácil. Vaya usté a saber.

martes, 9 de agosto de 2011

El día de la marmota



Sin repeticiones de momentos estelares, es el día de la marmota porque eso hemos estado haciendo: dar de comer a marmotas. El dia estaba pensado para ir al refugio de la arista Hornli en el Matterhorn, pero unas cervezas de màs ayer y un poco de menos de madrugón hoy, ha hecho que cambiásemos el objetivo deportivo al refugio de Langfluh, aquí en Saas-Fee. 1000 metros de desnivel para entrar en calor y hacer algo de deporte. Así que na, tiramos pa'rriba hasta que nos dejaron, ya que los últimos 200m de desnivel estaban cortados por obras. Rodeados por hordas de domingueros que suben hasta allí con el teleférico, nos dispusimos a observar marmotas, que es la zona marcada en las guías del pueblo. Y, efectivamente, allí están todas. Puedes darles de comer, especialmente zanahorias, pero vamos, que no dicen que no a un trozo de emmental, lo garantizamos. Eso sí, las zanahorias deben gustarles, porque cada niño va armado con al menos 4 ó 5, haciendo que los pobres bichos tengan reservas no para este invierno, si no para los 3 siguientes. Yo, Diego-Kilian, he hecho de las mías al bajar: ver tres chicas guapas en una piedra y casi caerme ladera abajo. Ueli-Miguel, esta vez, no corrió mi misma suerte y no tuvo percances. Para más información, consultar Ueli Steck y Kilian Jornet. Nuestros calcos. También hoy ha sido un día experimento. Queríamos ver si lo que dicen en la guía de turismo que te dan el pueblo es cierto. Por lo pronto, sólo nos ha servido para saber que entre los suizos, no todos son aburridos: hay al menos un cachondo mental. El cachondo va y escribe en español (supongo que es un hombre porque entonces quedaría mal lo de cachondo): "El Valle de Saas disfruta de un clima Mediterráneo sureño, con abundante sol, temperaturas suaves y nada de niebla". Lo dice así, con dos cojones. Teniendo en cuenta que salvo ayer, todos los días llueve a las 5, que la temperatura más alta hasta ahora es para ir en manga corta unos 10 minutos, que sólo hemos visto la cima de las montañas del Mitschabel el día que llegamos y que si subes un poquito, hace un pelete que pá qué...te digo yo lo Mediterráneo sureño que es este clima...JA! Vamos, esto es Saas-Fee-La Valleta. No sé si este tío ha estado alguna vez en Almería, por decir un sitio, pero vamos, humor ya tiene. Con una sonrisa, nos hemos tomado unas fajitas estupendas, y ahora tenemos que ir a por otra parte de nuestra rutina diaria: helado e internet en el Café Central. Mañana, Allallinhorn, de nuevo. Nos volveremos con ella en la mochila, que vamos a celebraron con amigos: Julia, la camarera austriaca del bar y Richard, un abogado americano de 51 años que viene por segundo verano a Saas-Fee a estudiar filosofía. Curiosos personajes, que de tantas cervezas y Jaggermeister, al final nos hemos hecho amigos. Mañana nos vamos de cena. Así, Miguel no tendrá que fregar otra vez la sartén hecha de algo tipo hormigón+hierro. Eso o Kriptonita, ya que cada vez que le echamos mano, tenemos que echarle las dos para que no se nos doble el brazo. Si se nos cae en un pie, lo perdemos. Seguro. 

lunes, 8 de agosto de 2011

Where do you think you're going


Eso pensamos a veces, cuando, en mitad de una ladera helada con pendientes de hasta 45 grados, viene una ráfaga de viento y nos envuelve y cubre con nieve. También lo pensamos del resto, si, aún yendo con cuerdas, guía, empotradores, equipo semiprofesional, ánimo e inconsciencia, vemos que no son más que domingueros que no tienen miedo, y se la juegan más de lo que deberían. Así, hoy, en una montaña más fácil que el Breithorn, y con menos miedo, hemos decidido dar la vuelta a algo más de 100m de la cima. Hemos sido los únicos de la marabunta de gente que intentábamos el Allallinhorn que nos hemos dado la vuelta, y yo se lo habría aconsejado a unos cuantos. Por ejemplo a esa cordada cuyo segundo integrante era un crío de apenas 7 años, y ante la primera pendiente de nieve, sin dificultad, se puso a gritar del miedo que tenía. Siguieron. O esa otra cordada en la que en terreno llano, uno de los integrantes se tropieza con su propia cuerda y hace caer a dos personas más. Se reían, pero si eso les pasa en la arista somital...¿quién iba a reírse? O también a esa pareja inglesa, que tenían varios hándicaps, como el tener unos 70 años por lo menos, el hombre ir completamente exhausto y tumbarse en el collado antes de la pendiente final o, simplemente, ser ingleses, ese país lleno de altas montañas. También, en otra cordada, a un tipo que iba en vaqueros y camisa de franela. Estuve por preguntar si era vasco, de no ser porque nos saludaron en alemán, y como no parezco bávaro, deduzco que él sí lo era. En definitiva, las montañas que en los libros están catalogadas fríamente con una F (+ o -), provocan que una panda de insensatos se jueguen su vida de una manera estúpida. Bien, la montaña es fácil, pero, como en todas las grandes montañas, hay sitios en los que es mejor no caerse. Y una cordada tras otra, se aventuraba en la pendiente final, envueltos en la niebla y con un fuerte viento que a nosotros, quizá por exceso de prudencia, nos hizo mirar 5 minutos su avance y decir, "pa casa". Total, sólo perdemos los 50 euros que cuesta el teleférico. Mañana o pasado volveremos, porque está a nuestro alcance, está de acuerdo a nuestro nivel, a nuestro miedo. Un poco menos de viento y un bastón que Miguel no se deje en el teleférico, serán suficientes para llegar. Esto no es de los insensatos, sino de los perseverantes. Y a cabezota no me gana mucha gente...

En la foto, el collado en el que nos dimos la vuelta, justo al empezar la pendiente.

viernes, 5 de agosto de 2011

Breithorn: El miedo racional


La gente, por definición, tiene miedo a muchas cosas, irracionales unas, tangibles otras. Las etéreas, irracionales o subjetivas, no tiene sentido analizarlas, pues son, tan íntimas que no solemos tener derecho a juzgarlas. Superarlas es, por tanto, un ejercicio demasiado personal. Sin embargo, los miedos racionales, podemos superarlos o, si no, afrontarlos de mejor manera. Hoy, el Breithorn, ese monte de más de 4mil metros de altura que, catalogado como sencillo, no te deja impasible. La subida final se hace con un nudo en el estómago hasta el punto de tener sensación de mareo, y no es la altura. La cima, por llamarlo de alguna manera, es el peor sitio en el que he estado, pero uno de los que más me pueden hacer mejorar, crecer y superarme. Apenas lugar para 3 personas sin estar en plena cornisa, con vacío por todos los lados, montañas al fondo, rocas abajo y miedo, mucho miedo. Tanto, que el tiempo en que un "machaca" español nos sacó la foto de rigor, fue el único que fuimos capaces de pasar allí arriba. Tuvimos la suerte de estar entre la niebla, y así no poder ver la caída, el vértigo de estar en un punto sobre todas las cosas, de sentir incluso la rotación de la Tierra. Tras 4h desde el refugio, y subiendo mirando los propios pasos para no tener que ver la pendiente, emprendimos la bajada, con una cautela tan grande, que todo el mundo pensaría que estábamos acojonados. Y así era. Conseguimos salir de la zona peligrosa rápido, en menos de 1h, y pronto, a salvo en un plateau maravilloso entre la montaña vencida y el Klein Matterhorn, pudimos respirar, abrazarnos y sacar un tuper con arroz y cerdo. Así sí saben bien las cosas, al menos, cuando el miedo me dejaba tragar, cosa que no era fácil. Miras hacia arriba, sabiendo que has ganado, pero, en el fondo sabes que Ella, nuestra Montaña, seguirá impasible, como si no hubieras estado nunca allí, como si las huellas de tus crampones fuesen meras células muertas en su piel. Sabes que te ha dejado subir, pero no gratis. El miedo, el dolor de estómago, ese nudo, el agarrotamiento en las piernas al bajar, y el no haber disfrutado de las vistas de su cima, es un pequeño peaje que hemos pagado para así, tranquilamente, no ganar del todo, ni perderlo todo. Ha sido un trato, sin papeles ni apretones de mano. Un tema entre la Montaña y nosotros. A pesar de todo, volveremos a por otra, como dice Miguel:

¿Por qué echamos de menos las montañas? Recién bajado de una montaña muy alta, de haber pasado aburrimiento e incomodidades en un refugio, frío, sucio, precario, después de haber pasado sueño para levantarnos a las cinco de la mañana, incertidumbre a la espera de que el amanecer neblinoso mejorara y nos dejara intentar alcanzar nuestro objetivo, después de haber sufrido el agotamiento de la ascensión, un miedo en la última arista que sólo entiende quien lo ha sentido, y el tedio de una vuelta interminable agotados, me siento en la terraza, mirando las cumbres de los cuatromiles que nos rodean, y siento el impulso de volver a ir arriba, de no escuchar nada salvo mis pisadas, de sentir la soledad de la montaña. Echo de menos el esfuerzo, el cansancio, la respiración forzada y el corazón acelerado, y hasta casi echo de menos el refugio, esa sensación de seguridad en mitad del medio hostil, y siento ganas de volver a intentar pisar una de esas cimas. Intentar, siempre intentar, porque cuando la magnitud de la naturaleza te supera por tanto sólo puedes aspirar a eso, que ya es mucho. Y no sé por qué, qué hay arriba que nos hace volver a pesar del sufrimiento, qué hace a tanta gente intentarlo. Sólo sabemos que cuando mañana descansemos, estaremos deseosos de volver a empezar, de volver a subir y de volver a sentirnos en el mundo tal como es, sin interferencia humana, tu compañero, tú, la montaña... y nada más.

Hoy, por fin, puedo sentirme alpinista. Con más miedo que vergüenza, pero alpinista.