viernes, 11 de noviembre de 2011

Cartas que no se envían



Una carta, es un recipiente, pero es una declaración de intenciones. Contiene palabras, como recipiente, y sólo las que no te atreves a decir de otra manera, como declaración. En un mundo tecnológico, la carta, aún en otros formatos menos clásicos, está desapareciendo. Es algo del pasado. Quizá por eso sirva como último recurso para hablar de lo que tuviste, de lo que añoras. Quizá por eso no deban enviarse, pues no sería más que esperar algo del futuro...y eso, amigo, no es para una carta. Mejor se guarda en el fondo de un cajón con muchos cachivaches, para ser abierta por tu "yo" futuro, como dice Ted Mosby, y así recordar por qué lo que añoras, no tiene sentido. Ahí al fondo, olvidada, llevándose a lo oscuro el torrente de cosas de ésas que no se olvidan.
Ahora que, por diversos motivos, unos y otros escribimos cartas sobre pesadumbres similares, nos convencemos de la imposibilidad de mandarlas. Uno, porque en el fondo no quiere. Otro, porque quiere, pero no puede hacerlo. Así, sus vidas seguirán como hasta ahora, escondiendo una parte, porque el silencio, es mi autodefensa (B.J.)

1 comentario:

  1. es bonito lo de escribir cartas a alguien que hoy es una mujer y mañana resultarás ser tú... aunque plantee dos problemas: uno es que sugiere un cambio de sexo; el otro, que uno cambia lo bastante a lo largo de su vida para acaso no reconocerse en lo que tú mismo te escribiste. Miras tus poemas de adolescente y lo entiendes :P

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