viernes, 28 de octubre de 2011

Supersic, ciao

Estaban dándole vueltas a si la muerte de este muchacho podía haberse evitado: comisarios, Dorna, la federación... Pero en realidad, sólo se habría salvado si alguien le hubiera dicho "Marco, take it easy". Si el domingo alguien le hubiera dicho "no pongas la goma dura, que tú vas muy fuerte para eso". O si hubiera ido más despacio hasta calentar la rueda trasera. O si al perder la rueda se hubiera resignado a la caída y hubiera soltado el manillar. Pero así son los genios, los grandes campeones (aunque no haya tenido tiempo de serlo, en el fondo, lo era). Hacen lo que quieren y como quieren. Hasta sus últimas consecuencias. Con algo más de tiempo, ese arrojo habría servido para hacerle campeón del mundo. Un par de decisiones un poco más acertadas, ignorando su ego y hoy estaríamos riéndonos del memo de Simoncelli por caerse otra vez. Sin embargo, lloramos su muerte amargamente, sin consuelo. Porque no lo tiene. Ni para mí, que me caía mal. Ahora le maldigo, le odio por privarnos de su talento y de sus estupideces. De sus adelantamientos, de su peligro, de su velocidad. De esa sonrisa de memo que no oculta nada. Ya lo dice el anuncio en el que sale Hamilton (otro de mis odiados): la película es mejor, cuanto mejor es el malo. Le odio por cambiar su destino y morir, en lugar de subir al podio, que era lo suyo. No era su día el domingo, en contra de lo que piensan muchos. Era el día de hacer grandes cosas, pero un campeón está por encima incluso de su destino. Lo cambia. Le recordaremos como el campeón que pudo ser, ocupando un hueco en una memoria que no estaba preparada para recibirle.

2 comentarios:

  1. lo que yo digo -inteligencia artificial a demasiada velocidad :P

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  2. jeje, esto ya lo tenía escrito, del avión...tranqui, que este finde te pongo algo de AI :)

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