lunes, 12 de septiembre de 2011

El peso del pensamiento


Nuestra función cerebral, es tan compleja, que unas veces parece una onda y otras, una partícula. Unas veces idea, pensamiento; pesadumbre o alegría. Otras, algo material, con masa medible y que ocupa un espacio y un tiempo. Ambas conceptos ligados, tanto que no tiene sentido hablar de uno sin recurrir al otro, aunque no se comporte como ambas cosas a la vez. Y como parte de la física que es, nuestros problemas están sujetos a sus leyes y teorías. Nuestra energía es parte de nuestra materia, y, a veces, se convierte en ella. Las ideas fugaces (positivas o negativas) hacen que nuestro cerebro vaya más rápido de lo que debe, convirtiendo esos pensamientos en algo material, plausible. Nos pesa, porque es un objeto macizo. Einstein quizá no vio las implicaciones de su ecuación: nosotros gastamos energía, pensamos a velocidades relativistas, luego adquirimos masa, y cuánta más masa tienen nuestros problemas, menos capacidad tenemos para resolverlos. Necesitaríamos un aporte de energía infinito. Todas estas cargas, ahora sí literales, son como si tuviéramos más fuerzas de rozamiento que nos impiden avanzar. Podría ser la Fuerza de Rozamiento Lúgubre. Caminando, los pies nos pesan, y se agarran al suelo como si tuviéramos cien, agarrándose a las irregularidades del asfalto, tirando en sentido contrario. Podríamos desear ser, en esos momentos, observadores externos, en nuestro propio sistema de referencia no ligado. Mirar desde todos los ángulos, despreciar la perspectiva para tener una visión global 4D. Girando en torno a ellos, enviándoles ondas de luz que nos llegarían de nuevo desplazadas al rojo o al azul, analizando un espectro aún más amplio gracias al movimiento. Los problemas son susceptibles al efecto Doppler. La perspectiva con que los percibes depende de la velocidad con la que te mueves, y si es hacia ellos o, por el contrario, huyes. Si tomas decisiones precipitadas, no se solucionan, porque las longitudes de onda van atropellándose, acortándose, agudizándose. Si sales por piernas, la onda se alarga, pero no lo suficiente para romperse. Uno está ligado a sus pensamientos, y no puede escapar de su atracción gravitatoria. Ni ellos de ti. Somos sistemas dobles, dos estrellas girando en torno al centro de masas, un planeta y su satélite. En simbiosis. Sincronizados. En ello, la memoria, hace las veces de cajón de sastre. Cajón en el que sabes que está todo lo que necesitas, pero que siempre encuentras lo que no quieres en ese momento. Las cosas banales, fútiles, deben ocupar más espacio, o tener colores vistosos. Deben ser más ligeras, y se quedan en las capas de arriba, cerca de la tapa, como enganchadas con un muelle para que salten y no puedas concentrarte en lo que necesitas. Sería bueno tener un índice, tener las noticias, los recuerdos de aquella chica, o de aquel curso, de ese día que jugaste tan bien al rugby o al tenis, las vivencias de nuestro viaje, los olores de cada momento y los sabores con sus sinsabores. Todo etiquetado, metido en las bolsas de plástico en las que tengo los comics para que no se deterioren. Aislados del polvo que se acumula en la singladura, de las ondas de alta energía que los chamuscarían, de los campos electromagnéticos que los cambiarían de forma, polarizándolos. En el catálogo de Ikea falta una sección: embalajes aislantes para recuerdos imperecederos. Los perecederos ya se quedan ahí solitos, sin que nadie se lo pida. Los recuerdos, son lo único que pesa más que los problemas. Quizá porque nadie sabe resetearse, o hacer limpieza, quizá nadie sabe como ordenarlo, ni tener un índice, ni siquiera un orden de prioridades. Los recuerdos, van por libre, partículas dispersas, de ésas que existen en un mundo cuya velocidad mínima es la de la luz, que necesitan perder masa para ir aún más rápido. Existen, y no podemos cazarlos, sólo intentar confinarlos, como si tuviéramos grandes campos magnéticos, para que no se nos descontrolen. Eso somos, un gran acelerador de recuerdos confinados, que, si no lo calculamos bien, nos estallarán tarde o temprano.

Ni por asomo es una paranoia, sino algo real, muy cierto:
http://ulises26.blogspot.com/2011/09/mas-tiempo-por-metro-cuadrado.html

2 comentarios:

  1. ..me fascina como te aproximas desde la física a esta teoría, que para mí, tiene que ver más con lo sensible e intangible/lo incontable. así, en el hinduísmo se abordan partes de este tema, o la moderna mecánica cuántica, la new age...

    pero sin embargo no puedo estar más de acuerdo. somos lo que generamos. lo que guardamos sin etiquetar que se va escapando por los poros.

    pd. hay que pedir a ikea esos embalajes ya :P

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  2. jeje, esto es parte de esas cosas que le gustan a JP...cruzar visiones. Pero falta la suya, veremos qué dice el hombre, porque yo digo muchas bobadas...:P

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