miércoles, 7 de septiembre de 2011

El tiempo de los valientes


Como todos los grandes espectáculos deportivos en los que participan equipos de todo el mundo, el rugby tiene su fiesta grande cada cuatro años. A pesar de ser un torneo con una corta historia – el primer mundial fue en 1987 – es uno de los espectáculos deportivos más vistos en todo el mundo. Juegos Olímpicos, Mundial de Fútbol, Mundial de Rugby…la créme de la créme. En este deporte, la diferencia abismal que hay entre el primer mundo y el segundo mundo, hace que las sorpresas sean escasas, salvo en los mundiales. Las todopoderosas selecciones del sur, sufren a veces contra los vecinos más técnicos del norte, que, decidiendo ser David con su honda, amargan la existencia de los goliats, más perdidos que nunca. Así, antes de empezar, siempre hay tres favoritos: Nueva Zelanda, Australia y Sudáfrica. Luego están las dos alternativas por si algo falla, que son Inglaterra y Francia. El resto no cuenta. Son más equipos porque el torneo tiene que durar más de una semana. Los últimos años, siempre han dado la sorpresa los mismos, pues Francia suele ganar a Nueva Zelanda cuando mejor están jugando éstos, o Inglaterra va y gana el Mundial en 2003 para asombro de medio mundo. Pero más que la sorpresa de que Francia gane a los All Blacks, está la de que éstos pierdan. Siempre son los primeros candidatos al título. En los campos por los que pasan en esos cuatro años entre mundial y mundial, no vuelve a crecer la hierba. Atila disfrazado de maorí, con otros 14 fulanos a cuál más grande, arrasando a cada equipo con el que se cruzan. Y es literal porque es un deporte de contacto. De mucho contacto. Para ganar, hay que chocar, golpear, pisar y destrozar, y no creo que haya nada peor que tener delante a NZ con su hambre insaciable de victoria. Sólo escuchar su haka previa al partido ya haría que se me cayesen los pantalones. Este año, tras el fracaso del 2007, NZ tiene aún más presión, aún más miedo, aún más problemas. Juega en casa, y, teniendo en cuenta que el rugby es más que la religión, más que una afición, más que una costumbre, el placer se convierte en deber, y éste, en obligación. Todo lo que no sea arrasar, será considerado traición. Si esta vez fracasan, muchos no volverán a vestir la camiseta negra con el helecho plateado. Es cuestión de honor y de orgullo. Una nación entera que sabe que su equipo no tiene rival, pero al que siempre le sale uno inesperado cada cuatro años. Sólo han sido campeones una vez, la primera, sentando las bases del futuro que nunca repetirían. Es su año. Y no tienen otra opción, como dice Eminem:
“Success is my only motherfucking option, failure’s not”
Lo tienen todo. Una delantera fuerte, rápida, técnica y sin piedad. Unos medios portentosos, y unos trescuartos llenos de energía. Gente que juega con los ojos cerrados y un tío que mete patadas desde cualquier parte del campo. Que no falla ni tirando a propósito. McCaw, Carter, Muliaina, Kaino, Weepu, Conrad Smith, Sonny Bill Williams, Nonu… El viernes empieza todo. Esperemos que no acabe como otros años. Se lo deben a Taine Randell, a Carlos Spencer, a Christian Cullen, a Josh Cronfeld, Andrew Merthens, Justin Marshall, Tana Umaga y tantos otros genios.

4 comentarios:

  1. interesante la verdad, es un juego complejo creo ... pues ayer, vi un partido en tdp - con la atención del que no sabe nada y quiere aprender de qué va - de los london wasp vs wocester. :D

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  2. a mi me gusta más si lo imagino como juego entre mujeres :P

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  3. y con almita de bola,
    todas tras ella :)

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  4. En la inauguración se jugó un partido entre un equipo de Seven neocelandés que juegan en bolas. El rival fue elegido por un concurso...y ganó el equipo femenino de Seven de Santboi, que iban a jugar en ropa interior...creo que hay vídeos x internet...jeje

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