El Sol también se reivindica

En nuestro Universo, al menos en uno de ellos, el desconocimiento se reparte por igual en los confines del mismo, como en nuestro “barrio” estelar. La Ciencia del día a día es generalmente despreciada, pero el cosmos, las estrellas, lo abismal, el vacío, su silencio, su voluptuosidad, su memoria…conceptos parte de nuestros miedos y nuestros anhelos…eso sí llama la atención. Todo lo que queremos saber está ahí esperando a que nuestra mente sea capaz de asimilarlo. Esperando a que seamos lo suficientemente listo o ingeniosos. Todo lo grande e incomprensible nos da miedo, nos hace recurrir a explicaciones metafísicas, a inventarnos seres todopoderosos que nos protegen. En definitiva, a crear un mundo paralelo en el que sabemos explicar las cosas que ocurren. Pero, antes de crear un Universo nuevo, comprendamos mejor el nuestro. Es el que nos toca de cerca, el que nos ve nacer. Y morir. Como una estrella.

Uno de esos enigmas, de los muchos que hay, acaba de presentarse observando uno de los objetos más grandes y cercanos que tenemos, y que creíamos conocer. Nuestro Sol. De sobra es sabido qué es el Sol: una bola inmensa de plasma (como las teles, pero redonda) que, mientras tenga un núcleo activo, será estable, esférico y nos pondrá morenitos en verano. Es el eje de nuestra vida. Lo que nos permite existir calentando nuestro planeta (cada día más), facilitando que las plantas nos oxigenen y dándonos multitud de recursos. Nuestra vida está ligada a la suya. Si Él se apaga, nosotros también. Quizá por eso hay mucha gente observando, mitad curiosos, mitad temerosos.

En el Sol, entre otros fenómenos, hay lo que se denomina “erupción solar”. Una erupción solar no es más que la expulsión de materia solar al espacio debido a una violenta explosión. Los iones, protones, electrones de partículas más pesadas se calientan de manera terrible, siendo expulsadas a velocidades cercanas a la de la luz. Y eso, sin ciencia ficción, casi a diario. Bueno, no tanto, que la actividad solar es cíclica. Se da en ciclos de 11 años, y la frecuencia de estos fenómenos está íntimamente ligada a la actividad solar, igual que el número de manchas. Las explosiones, erupciones y demás eyecciones de masa, se producen por efectos del magnetismo. El plasma sigue las líneas de campo magnéticas – así como cuando en el colegio tu profesor ponía un imán debajo de un papel lleno de limaduras de hierro, y las veías reordenarse siguiendo el campo – y a veces se producen reordenaciones de ese campo. Cuando se acercan dos campos magnéticos contrarios, estas líneas se reajustan, y curvan, hasta que se rompen, eyectando materia en forma de explosión. Hasta ahí, todo más o menos sencillo. Pero este caso es particularmente singular, pues se dan dos cosas desconcertantes. Por un lado, se descubre que se han expulsado materiales fríos, lo que no es normal Fríos relativamente, que si no te das protección 15000, te achicharras. Pero más fríos de lo esperado en una explosión de materia solar. Por otro lado, parte de la materia desligada, ha vuelto a interaccionar con el Sol volviendo a caer, siendo engullida de nuevo. Parece raro.

Podría pensarse que los materiales fríos pertenecen a alguna mancha solar, pues no son más que zonas más frías del Sol. Y encima tienen más actividad magnética. Pero dudo que fuera pues una rareza, ya que las explosiones están ligadas a la actividad magnética. Se deberían haber visto más cosas así. Quizá pueda deberse a que el plasma se calentara aún más de lo habitual, con lo que al explotar, algunas de las partículas perdieron temperatura rápidamente. En cuanto a que la materia caiga de nuevo…amigo, tiene una pinta no muy normal. Si hay una explosión en la que las partículas son aceleradas a casi la velocidad de la luz, parece poco improbable que la fuerza de la gravedad atraiga a una parte de ellas. Como que no es una fuerza muy grande comparado con la aceleración que adquieren las partículas. Quizá, si mi teoría del enfriamiento fuera cierta, ayudaría aquí. Es decir, si la explosión es tan violenta que algunas partículas salen despedidas en dirección contraria y se enfrían antes, esto haga que pierdan velocidad y así poner más facilidades para que la gravedad las lleve de vuelta a casa.

¿Alguien tiene alguna idea?

Mientras debatimos qué ha pasado y por qué, el Sol, nuestro Sol, estará riendo en su silencioso crepitar, vagando por el espacio tiempo. Seguro que piensa: esta gente, tan preocupada por la radiación de fondo y su origen, por las cosas tan lejanas e inabordables, se ha olvidado que yo, su Rey, aún puedo sorprenderles. Puedo verle sonreír cuando desaparece tras nuestro horizonte, como el de sucesos.