martes, 24 de diciembre de 2013

Ventanas Blindadas



Las hordas de gente impecablemente trajeada que sale por las puertas de las grandes empresas de consultoría y auditoría de medio mundo quizá hagan pensar a muchos incautos a punto de acabar su carrera universitaria que dar con sus huesos en un lugar de éstos no es mala cosa. La imagen de ejecutivo es algo que no nos puede quitar nadie, al menos nadie que no nos haya visto sentados delante del ordenador remangados, con gente alrededor que apesta, con 3 botellas de agua vacías y varios papeles de chocolatinas  sepultándonos. Quizá piensen que por llevar trajes, camisas planchadas y corbatas con elegantes nudos somos una especie de élite trabajadora. Es posible que el joven padawan de económicas, derecho y demás carreras con pocas salidas estén en lo cierto al pensar que ahí serán útiles. Claro que lo son: poco sueldo y muchas horas siempre hacen deseable a alguien. Pero a pesar de las condiciones laborales, no tan ventajosas como se pensaría en principio, siempre ves multitud de jóvenes tan perdidos por los pasillo como si cogieras un pingüino y lo pusieras en una playa caribeña. Puede que al rato encontrara el chiringuito del todo incluido, pero la cara de susto inicial no se la quita nadie. Y todo esto que atrae a la gente hacia las empresas de consultoría y auditoría es efectivo a más no poder. Lo peor de todo es que no saben el mundo aterrador en el que se meten. Un mundo sin salida ni aire ni luz. Ya no es que no veamos la luz del día más que por internet, sino que hay un punto realmente terrorífico en el que nadie parece reparar: las ventanas están siempre cerradas y con candado. Estar todo el día en un edificio plagado de ventas que no puedes abrir es, cuanto menos, inquietante. ¿Cómo se renueva el aire? ¿Dónde van nuestros efluvios sudoríparos (si es que semejante palabro existe)? Cuando la única manera de abrir una ventana es gestionando una incidencia interna que haga que aparezca un hombre de mantenimiento con una llave especial que, tras dos o tres vueltas, deja un resquicio abierto del tamaño de un avión de papel, algo falla en nuestro sistema. Para que el hombrecillo de mantenimiento te haga caso y la abra, tienes que exponer una razón fundada del tipo: "han vertido un líquido radiactivo", "al de al lado se le ha caido una bomba fétida", "ha habido un escape en la planta de tratamiento de virus letales" o "se ha acabao el oxígeno artificial y si no abre usté voy a morir sin remedio en unos minutos". Todo esto que parece exagerado es real a más no poder. Si consigues dar una razón convincente, con suerte te abren 3 cm una ventana, pero no sueñes con tenerla abierta al día siguiente. En cuanto abandones tu guardia, el hombrecillo vendrá y la cerrará pensando "qué gente más rara, que quiere aire". Lo más escabroso del asunto reside en una de las razones por las que las ventanas se abren bajo supervisión y muy escasamente: se quiere evitar el suicidio de los empleados que, hasta las mismísimas narices de presiones y jefes ineptos, deciden acabar con todo ahí mismo. Sí, tan crudo como suena: no puedo abrir la ventana por si me harto de todo y me tiro.
Queridos niños, ¿de verdad queréis trabajar en un sitio en el que consideran peligroso tener la ventana abierta por si te suicidas? Pensadlo bien y haced un máster, otra carrera o cualquier otra cosa que impida que acabéis en una empresa como la mía. Inventaos un trabajo. Seguro que es más útil para la sociedad.

3 comentarios:

  1. mare míaaa... eeinns, me recuerda a cuando trabajé en la ofi... uffi! áaanimo! un bechu!

    ResponderEliminar
  2. Va de caridad. Las tienen cerradas para que al menos por ahí no puedan entrar aspirantes a currar en tan selecto ambiente. Y para qué abrirlas más si a quien querrías tirar no cabe de ninguna forma.

    ResponderEliminar
  3. Sólo falta que nos pongan ajustadores de corbatas para que no nos llegue el aire al celebro :P

    ResponderEliminar