domingo, 15 de diciembre de 2013

Melancholia, un truño de Lars Von Trier



Lluvia. Granizo. El fin del mundo empieza con aquello que nutre la tierra de la que salen los insectos que en ella habitaban. En el último estertor, ellos quieren verlo con sus propios ojos. No todos los días uno muere aplastado por un planeta del que no se tenía noticia. Quizá es lo mejor de la historia: acabar con ella. Acabar con dos personajes odiosos, enfermizos, desesperantes. Sólo el giro de la historia del personaje de Kiefer Sutherland merece la pena. Su pasión astronómica que le da la tranquilidad necesaria para disfrutar de un momento único. Único porque nunca se ha dado antes. Único porque será lo último que haga en su vida. Hasta ese momento, casi dos horas de metraje prescindible. Nada aporta la desquiciante boda, el pobre marido que se casa con una anormal enferma incapaz de poner una sonrisa, la repugnante madre carcomida por el odio. Nada aportan el jefe, ni el becario que la folla en un búnker del campo de golf, ni los caballos, ni el jardín. Nada aporta salvo el final. Al final, eso es lo que cuenta. Si el planeta se hubiera estrellado en los primeros cinco minutos de película, me habría quedado un buen sabor de boca. Habría pensado: "Qué hijoputa el Trier éste. hace una película de cinco minutos sobre la colisión de un planeta contra el nuestro. Con un par." Habría seguido creyendo que este tipo es un genio. Habría seguido respetando el trabajo de este visionario del cine. Pero no, Lars, tuviste que hacer un coñazo de dos horas y cuarto. Tuviste que hacer que una película de la que esperaba me causara un hondo penar, me cause finalmente la pérdida de un tiempo precioso en mi vida. Querría saber qué dice Boyero de esto. Por primera vez, creo que estaría de acuerdo con ese hombre que, sin gustarle el cine, se dedica a hablar de ello. 

"La Tierra es cruel, nadie la echaría de menos" dice una vez Justine. A ti tampoco Lars. A ti tampoco.

Con el té en la mano (y una nube de leche) escucho a Kiko Veneno cantar "la vida es dulce": volver a huir entre las olas del mar / del mar profundo. A veces, con menos de tres minutos se mueven más sentimientos que con dos horas.

2 comentarios:

  1. se te da mejor reivindicar la melancolía que asistir a ella
    me alegra que escribas
    acaso porque, en un sentido, como lo anterior, sentir algo desde dentro es mejor que verlo desde fuera

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  2. Sentir está bien. Ahora, la peli es un coñazo terrible. Insulsa a más no poder. La pretensión de ser profundo, no te garantiza serlo...

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