martes, 29 de abril de 2014

Contradicciones, muros y difracción



Los muros, antes o después, muestran sus grietas. Es cuestión de paciencia. Y de difracción. No todas las ondas encuentran el hueco. Y si lo encuentran, su luz se difracta. Un muro es un muro. Y para eso se puso ahí. Contención. Si se rompe, es como cuando sales de un túnel: hay demasiada luz para tus ojos y se te saturan los píxeles. O la retina, lo primero que haya. No estás preparado para que se rompa el dique porque confías ciegamente.

Llegas a todo tarde. Eres la luz de una estrella que, ya muerta, llega para recordarte que existió. Te consuela porque no sabes que ha muerto. Crees que te contempla su luz, y en realidad, tú contemplas la vida que ya no hay. También puedes escucharla. Escuchar la extinción.

El agua se filtra en un grieta del suelo. No deja apenas señal ni revive lo que el calor se llevó.


Esto, que parecen temas diferentes, no son más que tres formas de incomprensión. De separación y desazón. Tres formas de melancolía. Como escuchar “I wish I were blind” y aún así, querer verla.

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