Quedan pocos poetas que utilicen los silencios, las miradas,
el casi tocarse, la música siempre a tiempo en esos largos planos. Y no sólo porque
ver una película de Wong Kar-Wai sea contemplar una obra de arte o leer una
poesía de la mayor delicadeza, sino que como ésta, tiene una interpretación
según quién la lea, según quién la vea. Una poesía en dos partes: un adagio,
como In the Mood for Love; un allegro ma no tanto, como 2046. Cada plano del
adagio, consigue lo que busca, porque cada uno, busca algo. La cámara puede
estar escondida en un armario para mostrar un encuentro furtivo , o enfocar el
anillo en la mano de él cuando roza la de ella. Puede desenfocar a uno primero
y a otra después para dar la palabra, o filmar los pies en movimiento. Cada
plano del allegro es crudo, brutal, y delicado. Un reflejo de un pasado mejor,
en el que él era capaz de sentir, y ya no. Un tipo profundo, caballeroso,
enamorado de uno de los imposibles (la mujer de otro), y con el tiempo, frío y
duro como una roca glacial, cansado de sufrir. Por su vida, la ternura de
Maggie Cheung primero, que le rompe haciendo polvo de su corazón. La tristísima
sonrisa de Zhang Ziyi después, siendo ella la que se rompe. Entre medias, una
frase: “vente conmigo”, dicha tantas veces, que sabes que no funcionará. Es una
oda a la delicadeza, al amor y, sobre todo, al desamor. Porque vive en un
recuerdo de algo que no pudo tener, y desprecia lo que tiene ahora. Porque Wong
Kar-Wai es un genio que me entiende como nadie. Porque soy un Sr. Chow, que
sigue buscando su Su Lizhen por las calles y los bares de un mundo que no
quiere contenerle.
... preciosas las dos. te toca my blueberry nights, te va a gustar - de la etapa norteamericana del director - tiene otro tono, pero el mismo trasfondo, algo más amable :)
ResponderEliminara mé me gustó más 2047, la secuela...
ResponderEliminarel que no pilló en la otra se carga aquí a todos y huye con la camarera del bar sito enfrente de la armería... peliculón :)
:P
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